Distorsiones en la Marinera Norteña

La concepción del folclor como algo vivo admite que en el devenir del tiempo este vaya incorporando algunos elementos y también evolucionando en algunos aspectos. Sin embargo el criterio de esta “evolución” no puede ni debe ser el comercial, ni el simplemente estético.
El folclor abarca las tradiciones, formas de actuar y conocimiento popular que compone a la identidad de una comunidad, tiene que ver con el modo de ser de un pueblo. Lo que lo identifica como unidad de tradición y destino.
Cuando hablamos de folclor en relación a la danza, nos referimos al hecho cultural mismo de la práctica de esa danza en su contexto cultural y toponímico. Cuando la llevamos a un escenario automáticamente deja de ser folclor en su estado puro y se convierte en la proyección estética del mismo. Por ejemplo una danza agrícola que se ejecuta para determinada cosecha en alguna parte de la serranía del Perú, cuando es ejecutada en un escenario de Lima. Ya pasó por el tamiz del coreógrafo, se le hizo un montaje para ser apreciada en un escenario, etc. Ya no es folclor en el sentido estricto del término sino proyección.
La Marinera es el baile nacional del Perú, esto debido a que se le baila en todo el país con características e influencias de cada lugar, así es que tenemos la Marinera Limeña, que es la original y que viajando por el Perú va adaptándose a cada lugar y dando inicio a la Marinera Arequipeña, a la Puneña, la Ayacuchana y también a la Norteña. Siendo esta última también notablemente influenciada por el Tondero.
Lo cierto es que la Marinera Norteña, debido a la espectacularidad de su ejecución ha ido creciendo y ganando gran cantidad de adeptos. La popularidad la ha llevado a que se baile en muchas partes del mundo, a tener un gran concurso en Trujillo que es esperado con ansias por multitudes.
Lamentablemente esa popularidad la ha convertido también en un gran negocio y es así, que su evolución no responde a hechos culturales y folclóricos en el buen sentido de la evolución, sino que responde a criterios estéticos, a presiones del escenario, cuando no al mero lucro.
La Marinera es un baile de pareja, de coqueteo, de seducción. La Marinera es un baile en que ha de lucir la mujer y el hombre ser un complemento. El papel del hombre ha de ser de seducción pero discreto en la ejecución del baile, la protagonista es la mujer, es la que debe brillar y lucir. En los últimos tiempos venimos viendo a ejecutantes masculinos que disputan el protagonismo a las mujeres, con un baile lleno de acrobacias, cabriolas y mohines impropios del buen bailarín de marinera
Siendo un baile de pareja nunca debe ejecutarse masivamente en coreografías y sincronizadas, porque se mata la espontaneidad y la sensualidad que debe tener. Los movimientos sincronizados y las coreografías no son recomendables en bailes de pareja. Obviamente tampoco es propio bailar con un caballo o cualquier otro tipo de animal.
Lo más lamentable es cuando esa creatividad desbocada nos lleva a buscar el aplauso fácil destruyendo la esencia misma del baile, es decir su condición de baile de pareja. Esto llega a su máxima distorsión cuando se ve bailando por ejemplo hombres solos. Es el caso de un reciente invento llamado Zapateo Trujillano, especie de contrapunto en que bailarines hombres ejecutan zapateos de Marinera Norteña solos y en contrapunto, acompañados de un cajón. Lamentablemente su espectacularidad llama al aplauso cómodo de un público ávido de tradición y que sin saberlo rubrica con sus vítores el deceso de una gran tradición y la destrucción del folclor.