La política cultural ha sido la gran ausente en esta campaña electoral. Sabemos de la importante e ineludible responsabilidad de los gobiernos locales en desarrollar políticas culturales. Sabemos que toda la política y todas las medidas de gobierno debieran estar sincronizadas y entramadas en su base con una sólida política cultural.
No existe desarrollo sostenible
sin crecimiento económico, inclusión social y equilibrio medioambiental. A
estos tres fundamentos hay que añadir como otro requisito sine qua non: la cultura, ya que esta tiene que ver con el
modo de ser y actuar de las poblaciones y no se puede hacer nada de espaldas a
esta realidad.
Lamentablemente al parecer
nuestros candidatos y sus equipos de plan de gobierno aún no lo comprenden,
sólo así se puede comprender este lamentable vacío en sus propuestas.
El caso de Castañeda Lossio en esta materia es
patético. Encabeza las encuestas y probablemente resulte
elegido y llegado ese momento vaya improvisando durante cuatro años sus “obras”.
En el tema cultural ya lo conocemos. En
cuanto al patrimonio monumental sus ocho años como alcalde de Lima fueron de alto
riesgo y nos puso al borde del abismo y a punto de perder la condición de
patrimonio de la humanidad.
En cuanto a una política cultural
simplemente carece de ella. La persona a cargo de esta área en su equipo es una ex
corredora de inmuebles que lejos de trazar una política cultural que
desarrolle y priorice sectores como patrimonio, creatividad, industrias
culturales, arte y turismo cultural, confunde su labor con la de una mera
activista y la Gerencia de Cultura marcha al ritmo de su oportunismo y estados
de ánimo, amistades y enemistades. Ya la hemos sufrido. Lima está llamada por
su tradición e historia a ser un referente cultural en esta parte del mundo y
sin duda no merece tal ultraje.
En cuanto a Susana Villarán
podemos decir que ha hecho algunos esfuerzos serios en este terreno. Y claro, luego
del terrible vacío y la mediocridad del trabajo cultural de Castañeda su
gestión reluce más. Los temas como su programa de Cultura Viva son destacables,
sin embargo como es costumbre en la izquierda, todo termina al servicio de la
ideología y lamentablemente este uso político de la cultura y termina por
descalificar cualquier esfuerzo.
En los cuatro años de Susana
Villarán al frente de la Municipalidad
Metropolitana de Lima hemos podido apreciar como la gerencia de cultura paso de
tener cincuenta trabajadores a tener más
de trecientos. Lamentablemente este crecimiento de la planilla no se vio
reflejado en un crecimiento de la labor cultural. Temas como la agenda gay y
las políticas de género a veces fueron prioridades ideológicas que enturbiaron
la gestión de la súper poblada gerencia.
Mención aparte merece Emilima,
que ha hecho un buen trabajo en cuanto a la conservación del patrimonio
monumental y urbanístico en el centro histórico.
Enrique Cornejo, el buen
candidato del Apra, ha guardado silencio
y no ha revelado el más mínimo interés en el tema cultural.
Salvador Heresi tampoco ha
incidido en el tema, es un político pragmático, sin embargo, a pesar que no ha mencionado el tema, en cuanto a cultura su trabajo
en San Miguel ha sido aceptable.
Fernán Altuve es un hombre
brillante y debemos suponer que se ha preocupado del tema, sin embargo no lo ha
expresado en la campaña, salvo en una ocasión que manifestó su interés en
debatir con Heresi y entre los temas que propuso mencionó la política cultural.
Alberto Sánchez Aizcorbe es tal
vez el más articulado de los candidatos, como arquitecto conoce el manejo
urbanístico, tiene la interesante propuesta de los parques biblioteca, pero no ha profundizado en su visión de política cultural durante la
campaña.
Los demás candidatos que prácticamente
hacen papel de extras en el proceso electoral, lamentablemente tampoco han desarrollado propuestas
culturales.
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