jueves, 29 de octubre de 2015

Acerca del Sodalicio


 Mucho se ha especulado en estos días sobre el Sodalicio de Vida Cristiana y los supuestos casos de abuso sexual por parte de su fundador Luis Fernando Figari. Según se ha sabido hay denuncias en proceso de investigación y él no es más el Superior General del mencionado movimiento.
De resultar ciertas las acusaciones Figari tendrá que pagar sus culpas con todo el rigor de la ley humana y Divina. Nada más grave que escandalizar y perturbar a menores, más aún cuando existe un grado de subordinación o dependencia.
Sin embargo asistimos por adelantado a un linchamiento mediático inaceptable. La publicación de un libraco sensacionalista ha desatado las iras moralistas de la izquierda caviar y vemos como los “tolerantes” de siempre, se convierten de súbito en Savonarolas criollos y ven sodomía por todas partes.
Debo decir a modo de testimonio personal, que durante aproximadamente un lustro de mi vida, allá por los años ochenta participé activamente del Sodalicio como lo que en aquellos tiempos se llamaba las Agrupaciones Marianas. Durante todo ese tiempo, lo puedo decir bajo juramento, no vi nada fuera de lugar, no vi ningún acto de violencia ni ninguna aproximación de índole sexual de nadie abusando de su autoridad.
Durante esos años recibí una formación moral y religiosa que agradeceré siempre, aprendí a amar y confiar ciegamente en la Madre de Dios, aprendí a tener una fe razonada y no emocional, hice grandes amigos que conservo hasta hoy y de cuya amistad me puedo jactar, viví momentos de gran intensidad emocional, participé de grandes jornadas, estuve en el equipo de las primeras Cristiadas, vi nacer el Convivio, fui parte del surgimiento de un gran movimiento católico en las universidades, hice retiros espirituales muy fructíferos, labores sociales y humanitarias que hasta ahora treinta años después me conmueven. En toda esta labor solo encontré sacerdotes ejemplares, laicos entregados a la vida eclesial y un ambiente de confraternidad y verdadera amistad. Que es la amistad que se basa en la fe común. Si volviera a tener 18 años, sin duda, volvería a tocar las puertas de esa gran obra de Dios.
Debo también decir que desde aquellos años no he vuelto a ser parte de la vida del Sodalicio. No soy ni seré en adelante sodálite. Pero creo en el imperio de la verdad y la verdad siempre es una. Esta ha de salir a la luz tarde o temprano. Por eso me molesta y me duele la generalización que estamos viendo. Me resulta inaceptable que ahora se quiera meter a todos a un saco, incluyendo obras de calidad educativa indudable como las escuelas que regenta el Sodalicio.
Me resulta propio del más elemental bullying descalificar de plano a cientos y miles de jovenes y profesionales que entregan su vida a Cristo y al prójimo a través de esta institución y hoy se sienten acosados, discriminados y perseguidos por una inquisición de signo contrario y que curiosamente la encabeza un periodista de escaso cacúmen y que lejos de buscar la virtud se mofa de ella mientras destruye una obra encomiable.
Si Figari fue capaz de cometer las atrocidades que se dicen, pues que pague sus culpas, pero no digamos: si Figari es un pervertido, los sodálites son pervertidos, para luego decir los católicos son pervertidos. Con esa lógica de silogismo falaz podríamos decir Abimael Guzmán es un homicida, Abimael Guzmán es de izquierda, luego todos los izquierdistas son homicidas. Sabemos que eso no es así.

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