martes, 22 de abril de 2014

Los justos y el terror

Albert Camus en su obra “Los justos” aborda el tema del terrorismo. Nos sitúa en 1905 en la Rusia Zarista, en la que el Partido Socialista Revolucionario ha decidido asesinar al Gran Duque Sergio, tío del Zar. Tres terroristas, tres personalidades y tres formas de entender la vida será el telón de fondo sobre el que Camus reflexionará sobre el terrorismo y criterios como justicia, amor, terror, vida y muerte. En el Perú hemos sufrido el terror. Una generación de peruanos fue marcada por esa ideología de odio y su barbarie. Caben algunas reflexiones a partir de los personajes de la ficción de Camus.
Cada uno de los terroristas que presenta justifica su militancia y su accionar desde distinta óptica. Iván Kaliayev dice que ha entrado a la revolución, a la práctica terrorista porque “ama la vida”. Feodorov, señala que él “no ama la vida sino la justicia y que la justicia está por encima de la vida”. Dora Doulebov, la tercera, se define con frialdad: “Nosotros somos los justos. Henos aquí condenados a ser más grandes que nosotros mismos”.
Kaliayev, el que ama la vida, es el designado para tirar la bomba al paso de la carroza del Gran Duque, llegado el momento no se atreve ah hacerlo. Dos niños, los sobrinos del Duque venían con él. Finalmente dos días más tarde el crimen es consumado y Kaliayev llevado a prisión.
La obra está basada en hechos reales y a través de la pluma de Camus es posible adentrarse en la psicología del terrorista, en las motivaciones que pueden impulsar a un hombre a abrazar doctrinas y prácticas terroristas.
A lo largo de la obra se van a presentar y configurar ante nuestros ojos tres tipologías, tres modos de ver el mundo, tres actitudes vitales con relación al terrorismo.
Kaliayev, el primero de los tres, presenta una tipología interesante a la vez que contradictoria, es terrorista porque ama la vida. Entre nosotros no faltan quienes en nombre de la vida se hacen aliados del terror. Ese nunca fue el caso de los que tomaron las armas para destruir el Perú, ellos nunca declararon amar la vida. Es más bien el caso de muchas de nuestras organizaciones de derechos humanos, organizaciones políticas de izquierda y sus representantes, los que lejos de velar por una verdadera y auténtica defensa de la vida, de la persona humana como ser portador de una dignidad, de la vida en si como un don preciado; se convierten en aliados cuando no en defensores de los terroristas. Todo esto por su “amor por la vida”.
La posición de Feodorov define una tipología más acorde con la lógica revolucionaria: la justicia importa más que la vida. Es cierto que para el terrorista muchas cosas valen más que la vida. Lo cierto es que esta tipología también está presente entre nosotros. Es la de amplios sectores de la intelectualidad de izquierda, la del liberalismo progresista, que desde la comodidad del gabinete, desde la seguridad de bibliotecas y universidades, cuando no desde los mismísimos Estados Unidos donde viven a cuerpo de rey de becas y subvenciones, y al calor de un café, hacen gala de su capacidad de comprender “la lucha popular”. Esta es gente aburguesada que nunca tomará un arma. Pero son y fueron valiosos aliados del terror. En su momento fueron de gran utilidad para Sendero Luminoso y el MRTA, Hoy son los tontos útiles del MOVADEF.
Dora Doulebov define la tipología del terrorista, la irracionalidad del senderista. Tipología mesiánica. “… henos aquí condenados a ser más grandes que nosotros mismos…”, se percibe casi un sentido de fatum, de destino trágico, de mito. Es fácil trazar la línea de influencia de Sorel – a través de Mariátegui – en lo que a la mitificación del socialismo respecta y en el lenguaje místico violentista que siempre caracterizó al senderismo.

Lo cierto es que los tres personajes que configuran tres tipologías componen como cristales de un trágico vitral el cuadro dramático del terror y sus aliados.

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